domingo, 4 de noviembre de 2012

Capitulo 10

10

Habíamos apañado el tobillo de Izzy como buenamente podíamos con los recursos que teníamos. Isaac tenía algún conocimiento de primeros auxilios por su trabajo en el hospital pero nada más. Gracias al cielo solo era una torcedura, quizás un esguince pero no se había roto nada. Se lo entablillamos con los restos de un mueble, atándolos con un par de cinturones que Rafa había encontrado por casa y poco más pudimos hacer.

Luego surgió de nuevo el tema de la ropa cuando ya estábamos todos más tranquilos en casa. Y con eso seguíamos.

-No es ninguna temeridad volver a entrar, ya está totalmente limpio de zombis- le dije a Elena que seguía sin convencerla el volver.

-Me sigue dando mala espina, Joaquín. No subisteis hasta arriba del todo.- seguía discutiendo Elena- podría haber alguno más.-

-Mis vecinos eran solo cuatro- añadió Rafa mientras removía las brasas que quedaban en la chimenea después de comer.

 -Eso no descarta que pudiera haber alguien más que estuviera de visita, o que se hubiera refugiado después de todo esto, o cualquier cosa.- respondió Marta que tampoco veía con buenos ojos volver allí.

-Mirad, es inevitable que volvamos.- intervine.- Estas ropas, las de todos... –señalé mi camiseta- están asquerosas. Pero ya no es solo eso. Por las noches pasamos frio porque no tenemos ropa de abrigo, ni sabanas, ni nada por el estilo. Y necesitamos de todo eso si queremos sobrevivir. –

Elena resopló y se cruzó de brazos.

-Tiene razón cariño.- añadió Dani secundándome.- es necesario si queremos seguir aquí.-

 La casa se alzaba ante nosotros de nuevo. Esta vez Rafa se quedaría acompañando a Izzy en el chalet. El resto entraríamos y cogeríamos todo lo que nos pareciera indispensable para sobrevivir y volveríamos en menos de media hora.
Así decía el plan al menos.



-Vale chicos, vamos a entrar. -Empezó a decir Isaac.- En principio no debe de haber ningún zombi en la casa. Pero por si acaso, Joaquín y yo - me señaló con su barra de hierro- subiremos hasta la segunda planta y luego pasaremos a la buhardilla. Si no encontramos nada os daremos una voz y empezaremos a recoger cosas desde allí hacía abajo. Dani, tú quedate abajo por si pasa cualquier cosa, ¿vale? Y Elena y Marta os ocupáis del salón y la cocina. No debería de haber nadie. En media hora todos fuera.-

Asentimos en silencio mientras empuñábamos nuestras armas y los fumadores apurábamos el cigarrillo. Ya nos empezaba a escasear el tabaco.

 ···

 Dolía de cojones. Hasta el punto que notaba como palpitaba la hinchazón. Decían que no estaba roto, pero la verdad es que roto o no. Iba a tener problemas si se acercaba un zombi demasiado. Como poco empeoraría la gravedad de mi herida.
-¿Cómo vas, pata-palo?. – Dijo Rafa mientras miraba como Joaquín sacaba un pulgar levantado por la ventana.

-Duele un huevo, pero aún puedo andar. Supongo que tengo que alegrarme. –

- Digo yo. Aunque no ha sido el mejor momento para hacerse daño, Izzy. –

 - Créeme que si hubiera podido elegir no me habría jodido el tobillo. – contesté.

Empezaron a caer sábanas y mantas desde una ventana. Los dos nos miramos entre extrañados y preocupados. Joaquín volvió a asomar la cabeza por la ventana.

-¡Vamos demasiado cargados, id recogiendo eso!- y volvió a desaparecer.

 Rafa y yo empezamos a recoger y doblar las sabanas y mantas que habían caído por todo el porche del jardín del vecino.

···

 Allí estaba. Ninguna de las dos teníamos el valor de pasar por encima al principio, luego nos acostumbramos al hecho de que estaba muerta de verdad. Aunque al olor y a esa grotesca imagen costaba mucho más acostumbrarse.
Elena y yo habíamos empezado por el salón solo por evitar tener que pasar por encima del cadáver de aquel ser, del que Joaquín e Isaac habían extraído la barra de hierro que tenía en el estómago nada más llegar. El otro cadáver, con la cabeza convertida en una pasta asquerosa de huesos, sangre y Dios sabe que más, estaba al pie de la escalera de subida y era más fácil de sortear.
Ya habiamos recogido las pocas cosas útiles que había en el salón: algunas velas, un mechero y poco más. Hicimos de tripas corazón para entrar en la cocina y rápidamente recogimos algo de comida que seguía en buen estado, trapos y poca cosa más. El charco de sangre era demasiado inquietante para permanecer allí mucho tiempo y el olor era nauseabundo por toda la casa.

 -Marta, está empezando a atardecer. Lo mejor sería que fuéramos saliendo.- dijo Elena.

Justo un segundo después apareció su hermano Isaac por la puerta.

-Nos vamos, chicas. Id terminando.-

-Esto está ya más que terminado. Vámonos.– le contesté.

Y acarreando con todas las cosas que pude empecé a seguir a Elena fuera de la cocina. Abajo Dani y Joaquín nos echaron una mano a cargar lo que llevábamos y salimos al jardín. Allí, Izzy separaba las cosas e iba llenando bolsas que habían sacado del chalet. Mientras tanto, Rafa daba viajes hasta el porche de nuestro refugio con las bolsas que ya estaban llenas.

En un periquete habíamos terminado y estábamos en la seguridad de nuestro chalet con la chimenea encendida y el sonido ambiental de los zombis gritando a escasos veinte metros, en la calle. Elena y yo estábamos clasificando los nuevos alimentos que habíamos encontrado. Ya habíamos intentando dejar que se ocuparan los chicos de ello con desastrosas consecuencias. Desde entonces empezamos a encargarnos nosotras para evitar que se desperdiciara comida solo por el hecho de no haberse comido en su fecha.
Estábamos charlando tranquilamente cuando los chicos nos llamaron a voces. Al llegar al salón todos miraban por la ventana y Rafa volviéndose me señalo sonriente algo por encima de los tejados de las casas un centenar de metros más allá.
Era la cosa más magnifica que había visto en días.
Un helicóptero.
Tenían que ayudarnos...



-FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA-

viernes, 27 de enero de 2012

Capítulo 9

9

Habíamos decidido que había que ir a investigar. No queríamos vivir con la tensión de que otra parejita de zombis se nos colara en el jardín trasero, y que antes de que nos diéramos cuenta estuvieran dentro del chalet de una forma o de otra. Había que ver si los dos que habíamos matado ayer venían de la casa del vecino o de algún otro lado. Las barras de hierro que usábamos como arma se estaban doblando notablemente, así que decidí llevarme el bate de baseball, que sería más manejable. Joaquín también se había provisto de sus tijeras por si acaso. Izzy, Joaquín y yo iríamos a mirar en casa del vecino. Dani tendría que cubrirnos en el jardín por si acaso e Isaac era encargado de salir al porche delantero por si teníamos que pedir ayuda desde alguna ventana de ese lado. Marta y Elena estaban en el interior de la casa. Ambas desaprobaban lo que estábamos haciendo todos. Pero creíamos que era necesario.

-Ojo al entrar- le volvía a repetir a Izzy y Joaquín-. No sé cómo estará el mobiliario del interior pero la disposición del chalet es la misma que la mía.-

-Entramos y salimos rápido.- contestó Joaquín apurando el cigarrillo al máximo.

-Acabemos de una vez- dijo Izzy mientras salía al jardín con Dani, esquivando la mesa con los dos cadáveres aplastados de los zombis.- No me hace ni puta gracia entrar ahí.-

-Ni a ti ni a nadie.- le contesté. – Dani, iremos asomándonos por las ventanas para decirte que todo va bien, pero no te despistes de lo que pasa alrededor por favor.-

-Descuida.-contesto Dani sonriendo sin poder disimular el nerviosismo pasando la barra de hierro de una mano a otra.

Me sudaban las manos de puro nervio. Tuve que secármelas en la camiseta antes de volver agarrar el bate con fuerza.

-Vamos allá. Con un par.- dijo Joaquín mientras cruzábamos la valla tirada en el suelo que separaba un chalet del otro.

El jardín estaba vacío pero eso se podía ver a simple vista desde que se cayó la valla. El porche, desierto y las puertas que llevaban al interior del chalet, en el suelo. Ya sabíamos de donde habían salido nuestros amigos. Izzy nos hizo un gesto con la cabeza y entramos los tres a la vez. Creía que me explotaría el corazón mientras nuestros ojos se acostumbraban a la penumbra.

-¿No tenemos una puta linterna?- pregunté mosqueado.

-Cierra la boca. Si hay alguno nos va a oír, joder.-me contestó Izzy en susurros.

Poco a poco fuimos distinguiendo la habitación, que estaba desierta. Solo mobiliario. Nada diría que por ahí habían pasado un par de zombis. Todo estaba colocado en su sitio. Joaquín comprobó la puerta que llevaba al garaje. Negó con la cabeza. Debía estar cerrada. Nos asomamos al hueco de la escalera, que estaba aún más oscuro. Volvimos a tomarnos un par de minutos mientras nos acostumbrábamos a la carencia de luz. Llevaba el bate tan fuertemente agarrado que me empezaron a doler los nudillos y me obligué a disminuir la presión. Subimos rápidos pero sigilosos por las escaleras. Lo habíamos ensayado aquella mañana. Joaquín giró hacia la izquierda encarando el pasillo que llevaba a la cocina e Izzy y yo a la derecha. Después de echar una ojeada al tramo de escalera que subía y ver que estaba despejado, entramos en el salón. Uno miraba a izquierdas y otro a derechas. Vacío. Hicimos un gesto a Joaquín, que pasó a cubrir la puerta mientras nosotros subíamos una persiana cada uno para hacer señas respectivamente a Dani y a Isaac. Volvimos a la entrada del salón. Fuimos hasta la cocina. No había nadie. La nevera estaba tumbada en el suelo y había dejado la marca de haber sido arrastrada al abrir la puerta. Al fondo de la cocina, un enorme charco de sangre reseca.

-El último refugio de tu vecino.- dijo Joaquín.

-Sí. Pero vivía con su mujer, su hija y su madre.- De momento solo hemos matado a dos.

Un golpe en el piso de arriba como de algo al caerse nos sobresaltó. Miramos instintivamente al techo y a la puerta de la cocina. No había nadie en el umbral, pero el corazón se me iba a salir de la garganta con el golpe que había escuchado.

-Ahí los tienes…-dijo Izzy.- Con cuidado ahora.-

Para doblar la esquina de la cocina al pasillo tuve que hacer de tripas corazón. Casi esperábamos encontrar un zombi esperándonos allí, dispuesto a devorarnos.

-Por las escaleras.- dije a Joaquín.

-Vamos chavales. Ahora Izzy a la izquierda y nosotros a la derecha.- respondió.

Asentimos con la cabeza. Subimos por la escalera con sumo cuidado, intentando hacer el menor ruido. El aire arriba estaba más viciado. Olía peor, pero nadie dijo nada. Cuando llegamos arriba de la escalera Joaquín y yo giramos a la derecha e Izzy a la izquierda. Entonces fue cuando pasó todo. El grito de Izzy. Los gruñidos de aquel ser. Nosotros dándonos la vuelta para ver caer a Izzy con la zombi escaleras abajo.

-¡Corre, corre, corre!- gritó Joaquín mientras bajaba las escaleras corriendo y empuñando sus tijeras detrás de Izzy y la zombi.

Salí corriendo detrás de él. En el suelo, Izzy mantenía la cabeza de mi vecina a raya usando las manos. Aquella asquerosa cosa babeaba como si tuviera un ataque epiléptico. La sangre reseca en forma de costras llenaba sus labios y sus dientes. Tenía una extrema delgadez que recordaba a un preso de un campo de concentración. Todos sus huesos sobresalían notablemente, como si tuvieran la piel pegada a ellos. Aun así, debía tener una fuerza increíble por como Izzy se debatía con ella. La barra de hierro estaba dentro del estomago de la chica. Supuse que debía habérsela clavado accidentalmente durante la caída. De la herida supuraba un líquido espeso y amarillo mezclado con sangre. Después de dos días muerta, debía de estar empezando a coagularse por todo su cuerpo.
Joaquín llegó abajo antes que yo y pateando al zombi lo lanzó contra la pared del pasillo. El sonido de los huesos al partirse fue perfectamente perceptible para los tres. No obstante, eso no le impidió levantarse con la mirada fija en nosotros. Dicen que los zombis no tienen sentimientos, pero yo puedo asegurar que esa mirada estaba cargada de ira y odio.


 Joaquín empuñó las tijeras con intención de rematarla y para sorpresa de ambos, el zombi le esquivó. Era increíblemente rápida para lo que habíamos visto hasta ahora. Golpeó a Joaquín y lo tiró al suelo, pero cuando iba a echársele encima, Joaquín volvió a patearla, lanzándola al suelo de espaldas. Más huesos rotos. Fui corriendo a ayudarle a levantarse. El zombi también se estaba incorporando de nuevo. El brazo derecho le colgaba inerte. Ya sabíamos que se había roto en la última caída. Se volvió a lanzar contra nosotros. Esta vez estábamos prevenidos y nos costó mucho menos esquivarla. Chocó contra la pared y nos abalanzamos sobre ella aporreándola con nuestras armas con violencia hasta que quedó inmóvil, con la cabeza machacada.

-¡Venid aquí, cabrones! ¡Queda uno!- Izzy nos gritaba desde el pie de la escalera.

Nos habíamos olvidado de él por un momento, y yo de que tenía cuatro vecinos. Fuimos hacía Izzy, pero cuando llegamos, Dani subía por la escalera barra en mano y acabo con la anciana madre de mi vecino con facilidad. No era ni mucho menos tan ágil como el otro zombi, pero no era momento para pensar en eso. Teníamos que salir pitando de allí.

-Lleváis quince minutos sin aparecer por ninguna ventana, ni siquiera la de la cocina.-respondió Dani ante nuestra cara de asombro.- ¿Estáis todos bien?-

-Nosotros si- contestó Joaquín guardándose las tijeras de nuevo en el cinturón. Miró a Izzy-. ¿Tú qué tal?-

-Si lo que preguntáis es si voy a morir, la respuesta es “no”. Pero me duele horrores el tobillo.- Dijo señalándose con un gesto de cabeza el tobillo derecho.

-Vámonos abajo. Isaac está en el jardín de atrás y las chicas han salido también, preocupadas. No las hagamos esperar.- dijo Dani, y con ayuda de Joaquín levantó a Izzy en volandas y empezaron a bajar las escaleras.

 Eché un último vistazo a mi alrededor. Otra vez aquella sensación de tan familiar y tan ajeno al mismo tiempo. Miré mi ropa llena de salpicaduras de sangre reseca y de manchas identificables de todo tipo.

-Deberíamos volver a buscar ropa- dije a los demás cuando llegamos al jardín.

-¿¡Ropa!? ¿¡Ropa!?¡¿ Os ponéis ahora a pensar en ropa?! ¡Casi os matan!- Elena estaba fuera de sí agitando los brazos y gritándonos.- Sabía que no debíais ir. Ni a Marta ni a mí nos gustaba el plan. ¡Pero sois unos malditos cabezones!-


-¿Queréis bajar la voz?- Isaac intentaba poner orden.- Deja de gritar, Elena. Se están revolucionando nuestros amiguitos de la parte delantera. –

Elena lanzó una mirada a cada uno y se fue dentro. Marta la siguió después de haberse asegurado de que yo estaba bien.


-Dejemos esas cosas para otro día. Todos estamos llenos de mierda de todo tipo. De hecho, yo aún llevo el uniforme del hospital. Pero ahora tenemos otros problemas. -añadió Isaac.- Lo primero es ver como arreglamos este tobillo.-

sábado, 21 de enero de 2012

Diario III

Dani 21-22 de Mayo

Qué noche más larga…
Estoy agotado. Voy de una ventana a otra para no quedarme dormido y sólo me acompaña el murmullo asqueroso de los zombis. Isaac se había ofrecido a acompañarme en la guardia, pero le vi demasiado cansado para aceptar. También Elena se ofreció, pero ¡que me cuelguen si se lo permito! ¡Ja!
Pobre Elena, parece que es a quien más le ha afectado todo. Y yo no puedo hacer nada.
Qué rabia… Todos hemos perdido mucho… Bueno, pensamos haberlo perdido. Pero creo que todos tenemos esperanzas aún de volver a ver a nuestras familias.
Sólo Marta había visto a su hermana Nazaret consumirse por la enfermedad y sabía qué no volvería a verla. Seguramente deseaba no volver a verla y recordarla como era antes de todo esto.
Vaya… Están todos dormidos como angelitos. Normal... La noche anterior no pegamos ojo. Me acerco a Elena, que duerme con Marta en el sofá del salón y me quedo ahí mirándola. Parece tranquila. Sonrío.
Dios mío, me voy a quedar dormido. Y aún quedan dos horas para que me releve Rafa.
Joder, dos horas.
Dos largas horas…

lunes, 9 de enero de 2012

Capítulo 8

8

Bajamos las escaleras alarmados y preocupados, Joaquín no abrió la boca hasta que estuvimos al pie de la escalera y se llevó un dedo a los labios.

-Silencio, Izzy.-me susurró Joaquín.

Eso me hizo ponerme en lo peor. Detrás de mi todos captaron el mensaje y se mantuvieron en silencio. Cuando nos acercamos a la cristalera que daba al jardín trasero del chalet ahí estaban. Dos zombis deambulando de un lado a otro. Sin rumbo. Al parecer, debido a las cortinas, no podían vernos cuando dirigían la vista hacia nosotros.


-¿De dónde han salido?- preguntó Elena con voz queda.-

-Mira- le contesté señalando con un golpe de cabeza la valla que colindaba con el vecino tirada en el suelo.

-¿Qué hacemos?.- preguntó Isaac a nadie en concreto.

-Matarlos.-contestó Rafa.

-Espera.-no me parecía del todo una buena idea.- Esos bichos se ponen a gemir en cuanto nos ven y luego aparecen cientos de ellos. Mira la entrada principal.-

-Si pero no podemos dejarlos ahí… son una amenaza en potencia Izzy.- contesto Rafa señalándolos.

-¿Y qué quieres que tengamos las dos entradas saturadas de zombis?.- pregunté

-Vayamos arriba. -dijo Joaquín- Izzy, Rafa; aquí no se puede hablar con tranquilidad. Ahora veremos qué hacemos con ellos.-

En sepulcral silencio volvimos a subir al salón. Los ánimos del grupo estaban por los suelos, nos sentíamos atrapados. No podíamos salir al jardín de atrás por nuestra nueva visita doble. Y para salir al porche de la parte delantera había que tener la sangre fría de ver como decenas de manos sobresalían por encima de la valla empujando inexorablemente concienciados en llegar hasta su
objetivo. Nosotros.

Por otro lado ya no quedaba nada que hacer en la casa, era todo lo segura que podía ser. Teníamos toda la comida que habíamos podido abarcar. Sobrevivir se había convertido en tan solo dos días en algo tan rutinario como encender el fuego y mantenerlo, cocinar, alimentarse y dormir. Y para una vez que salimos de la rutina casi perdemos a Marta.

Estábamos ya todos sentados en los sofás o las sillas del salón alrededor del fuego. Rafa había subido a buscar a Marta, queríamos que todos estuvieran presentes. Cuando bajaron el semblante de Marta reflejaba que ya había sido puesta al corriente de la situación. Me había ocupado junto con Dani de sacar algunas latas en conserva y algunos platos para almorzar algo. Hasta que no tuve la comida delante no caí en que no recordaba cuando fue la última vez que había probado bocado. Joaquín tomó la palabra.

-Estamos aquí reunidos hermanos…-

-Déjate de coñas colega- replicó Isaac soltándole una colleja.- ¿Ideas sobre que vamos a hacer?.

-Bien, bien ya paro. Solo quería quitarle hierro al asunto. Tenemos dos opciones, o dejarles estar sin más. O bajar y matarlos.-

- Si les matamos podemos provocar que vengan más. – volví a recordarles.

-No me apetece dormir pensando que pueden entrar en cualquier momento. Una cosa es los de la parte delantera que tienen que atravesar dos puertas para llegar hasta nosotros pero esos están ahí…- contesto Elena.

-Para llegar a nosotros tendrían que tirar la reja de hierro que separa la puerta corredera del jardín.- volví a sacarme un cigarrillo y me lo lleve a los labios.

-Se pueden matar sin que nos vean.- todos nos giramos hacia Marta que había tomado la palabra.

-¿Cómo?-le preguntó Rafa extrañado.

-Tú mismo me has enseñado a los dos zombis desde la ventana y no han levantado la vista en ningún momento. – comenzó a explicarse – Solamente habría que encontrar objetos lo suficientemente contundentes como para acabar con ellos y arrojárselos desde arriba.

- No va a ser fácil darles desde tan arriba. – Joaquín se había sacado un cigarro también.

- Es nuestra mejor baza. – repliqué habrá que intentarlo. – cuanto más grande sea el objeto más fácil será darles. –

- A buscar todo el mundo.- dijo Rafa levantándose.

Después de media hora de búsqueda infructuosa se nos había ocurrido la idea de pensar en algo más grande que todo lo que habíamos encontrado como posible proyectil. Asique habíamos subido la mesa de la cocina hasta la habitación en la que había estado Marta antes, donde Rafa le había mostrado a los zombis. Abajo estaban Isaac, Rafa, Elena y Marta, esperando dentro de la salita de abajo, listos para rematar la faena. Yo con Joaquín y Dani estábamos preparados para ejecutar el plan.

-¿Estáis todos listos? – pregunté a los demás.

-Cuando quieras Izzy, ellos ya estarán abajo. – contestó Dani.

Cogí una de las macetas que habíamos subido y la lancé por la ventana mientras Dani y Joaquín aupaban la mesa acercándola al marco de la ventana que habíamos desprovisto de cristales antes. La maceta resonó con estrepito al partirse y ambos zombis empezaron a avanzar curiosos hacia el origen del ruido. Indiqué a ambos que acercaran más la mesa. Ya casi estaban debajo.

-A la de tres chavales.-

-Una-

-Dos-

-¡Tres!-

Dejamos caer la mesa por la ventana y nos asomamos para ver como impactaba contra los dos zombis. Justo cuando toco el suelo salieron Isaac y Rafa armados con las barras de hierro y remataron a ambos zombis que habían quedado parcialmente sepultados por el tablero de la mesa.


En menos de un minuto estaba todo listo. El estrepito que se había montado había sido notable pero al menos no habían llegado a emitir sondo alguno ninguno de los dos zombis. Rafa nos hizo una señal con la mano de que todo había salido bien y volvieron al interior del chalet. Nosotros volvimos a colocar las ventanas en su marco y bajamos al salón. Solo quedaba cenar algo y dormir.

Un día más o un día menos, según como lo quisiéramos ver.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Diario II

Elena 21 de Mayo

Ahora me siento mejor.
Sigo teniendo miedo, pero me siento mejor.
Al pensar en toda mi familia, he perdido la cabeza. ¿Qué sería de Miguel, de mis padres… de Tamar, Dani, Ismael…mis sobrinos…? No sé nada de ellos, ni puedo imaginar que les habrá pasado, pero Isaac tiene razón. No soy la única que sufre por eso. De hecho, debería ser la que menos…
Salvo Rafa y Marta, los demás no tienen a nadie. Y yo tengo conmigo a mi hermano y a mi novio Dani, con el que iba a casarme. Supongo que ahora lo de menos es la boda… Dani… No se merece que le gritara así. El sólo quería ayudarme. Aunque quizá fue lo mejor. Nada podía ayudarme tanto como el abrazo de mi hermano y sus palabras de ánimo.
Se acabaron los sueños, pero estamos vivos y hay que luchar por sobrevivir.
Sobrevivir…

viernes, 23 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!

En estas bonitas fechas Epidemia quiere felicitaros la Navidad con una postal un pelin macabra... Disfrutad de las vacaciones.


jueves, 22 de diciembre de 2011

Capítulo 7

7

Parecía que la cosa iba bastante bien. Cada grupo encargado de una tarea. Elena y yo habíamos acabado con la mierda de engendro ese y ¡no veas que placer! ¡Pero no! ¿Por qué tuve que distraerme? ¿Es que nadie se había preocupado de cubrir nuestras espaladas? Uno de aquellos zombis se nos había acercado sigilosamente. ¡Joder! Si con razón digo yo que me ha mirado un tuerto. Noté como sus manos agarraban mis hombros y me tiraba al suelo. Era increíble la fuerza que podían llegar a tener esos bichos.

Después de unos minutos de lucha que a mí me parecieron horas abrí los ojos y me encontré sentada en el patio lejos de todo aquello. Quizás no hubiera cerrado los ojos en ningún momento. Podía ver ajetreo a mi alrededor, escuché como algo retumbaba. ¿La puerta cerrándose?. No sé cuando levanté la vista estaba en el salón Dani y Rafa me estaban limpiando la sangre que empapaba mi cuerpo. Intenté hablar pero no conseguí articular palabra alguna. Todo parecía moverse como si estuviera en la cubierta de un barco. Dirigí la mirada a Rafa y cuando él me miró solo me dirigió una leve y tímida sonrisa.

Miré a mi alrededor y todos se movían agitadamente de un lado a otro salvo Isaac, que solo bebía y fumaba con la mirada fija en la pared. Dios mío lo que daría por un cigarro. Dani y Rafa se levantaron y me acompañaron arriba a una de las habitaciones y allí me acostaron. Dani se marchó nada más dejarme pero Rafa se quedó allí conmigo unos instantes.

-Tienes que descansar algo.- me dijo nada más salir Dani por la puerta.-

-¿Me han…?- me daba miedo preguntárselo.

-No te han tocado tranquila, no tienes nada.- me respondió sonriendo.-Ahora descansa yo estaré aquí mismo.


Me tumbé en la cama y me di cuenta de todo el cansancio y la tensión que tenía acumulada y caí rendida en cuando puse la cabeza en la almohada.

. . .

Habíamos subido un colchón del salón arriba a una de las habitaciones para que Marta descansara. Tuvimos cuidado de que diera al lado opuesto a la entrada, en la que ahora mismo se congregaban decenas de zombis. Aún seguía un poco aturdida pero lo peor ya había pasado. Gracias a Dios no estaba herida. No sé cómo habría reaccionado Rafa…

Tampoco me hubiera gustado estar en su lugar. Si a Elena le pasara algo, no sé qué haría.
Bajé y di la noticia al resto de que todo estaba en orden. Respiraron aliviados e Isaac me puso al corriente de lo que le había tocado vivir junto con Joaquín, que volvía de inspeccionar las defensas de la casa.

-Está todo en orden. Con las cosas que hay aquí, más no creo que se pueda hacer.- sentenció mientras se dejaba caer en el una de las sillas.- Aún así me preocupa la cantidad de zombis que se acumulan en la entrada. Podríamos reforzar el mecanismo de cierre que ha hecho Marta pero solo los entretendría un poco más. Al final... Bueno, es irremediable que entren.-
No sé si fui al único al que le dio un vuelco al corazón pero las palabras de Joaquín me sentaron como un jarro de agua fría. La sola idea de pensar que nuestro refugio podría ser vulnerable me incomodaba bastante.

-¿Cuándo?- preguntó Isaac saliendo de sus cavilaciones.-

-No lo sé Izzy, no soy ningún experto.- replicó mientras se sacaba un cigarro.-

-Izzy… Así es como me llama un buen amigo.- sonreía por primera vez desde que empezó todo.- Habrá que trazar un plan de emergencia por si nos invaden. ¿Qué se te ocurre?

-Ahora nada, pero no duraríais ni tres días sin mí, eso seguro. – dijo Joaquín mientras se encendía el cigarro y reía entre dientes.-

Elena, que apenas estaba atenta a la conversación, levantó la vista hacia su hermano.

-Oye Isaac, ¿No sabes nada de nuestra… nuestros…? -dijo Elena titubeante.- No pasaste por casa, has dicho, ¿ve… verdad?-

Su hermano Isaac negó con la cabeza mirando al suelo. Yo intenté darla ánimos.

-Estarán bien, cariño. No te preocupes.- le susurre mientras la pasaba un brazo por los hombros.
Ella me apartó de un empujón y me gritó.

-¿Cómo lo sabes? ¡Eh! ¡No tienes ni idea! Podrían estar… estar… ¡ya has visto lo que casi pasa con Marta! -dijo llena de rabia y salió corriendo del salón.

Hice un amago de seguirla pero Isaac se adelantó.

-Déjame a mí, Dani. Yo me ocupo.- y salió tras ella.


En el salón se quedo un silencio incómodo mientras Joaquín fumaba e Izzy removía las ascuas de la chimenea haciendo como que no había presenciado nada. En el fondo Elena tenía razón, acababa de recuperar a su hermano Isaac pero nadie podía dar ni un duro por el resto de su familia. Que cojones. Por el resto de ninguna de nuestras familias. Salí al patio a despejarme y me senté con la espalda apoyada en el muro mientras escuchaba afuera los golpes y gruñidos de los zombis intentando entrar. Empujando, golpeando, inexorables, implacables. ¿Cuánto tiempo nos quedaba aquí? Es más, ¿cuánto tiempo nos quedaba con vida?
Solo Dios lo sabría.

. . .

Me encendí un cigarro mientras bajaba las escaleras. Llevaba demasiado tiempo viendo dormir a Marta y tenía las piernas entumecidas.
En el salón alguien discutía.
Desde el pasillo pude ver a Dani visiblemente acalorado y a Isaac enfrente de él apurando el cigarro.

-¡No podemos arriesgarnos joder!- le gritaba a Dani.

Cuando entré se hizo el silencio por un momento. En el salón solo estaban ellos dos. Ambos me miraron y Dani tomó la palabra.

-Cree que debemos poner a Marta en cuarentena.- dijo señalando a Izzy.- Es una gilipollez. Le estoy diciendo que no la han mordido.-

-¡Que me da igual! Te estoy diciendo que si la sangre le ha caído en la boca o los ojos puede haberla infectado igual que una puta mordedura.- replicó Izzy.


Me pasé una mano por el pelo mientras le daba otra calada al cigarro sin saber qué hacer.

-No tenemos pruebas de ello.- respondí a Izzy.

-Ni tampoco de lo contrario.-

-Vete a tomar por saco tío. No tiene síntoma ninguno.-replicó Dani.

-¿¡Y cuáles son los síntomas!? ¿Has visto volver a muchos de ellos, acaso? No me la voy a jugar.- me miró- Lo siento pero creo que es un riesgo que no debemos correr.-

Negué con la cabeza. No sabía qué hacer. Era mi novia, si, y no deseaba que le pasara nada pero Izzy tenía razón. No podíamos correr riesgos. ¿Qué mierda de situación era esta en la que Dani tenía que velar por los intereses de mi novia y yo me quedaba mirando?

-¿Qué coño está pasando aquí? - preguntó Isaac acompañado de Elena.-

-Hemos escuchado gritos- añadió esta cuando cruzó la puerta-

Pusimos en situación a Isaac mientras yo me terminaba el cigarro y todo me daba vueltas en la cabeza sin saber que debíamos hacer.

-No hay por qué preocuparse- respondió Isaac después de escuchar lo que habíamos estado hablando.- Yo acabé embadurnado en sangre cuando escapamos del Burguer y no me ha pasado absolutamente nada. No hay de qué preocuparse.-

El ambiente en el salón era ahora más que raro. Sobre todo entre Izzy y Dani, que habían estado discutiendo por lo que ahora era una estupidez. Y yo que no quería saber qué pensaría Marta si supiera que habíamos pensado dejarla en cuarentena. Que incluso yo habría estado de acuerdo en mantenerla apartada de nosotros por precaución. Pero no había mucho tiempo para pensar en esas cosas porque entonces apareció Joaquín en la puerta.

-Tenéis que ver esto.- dijo mirándonos a todos- Ahora.