miércoles, 28 de diciembre de 2011

Diario II

Elena 21 de Mayo

Ahora me siento mejor.
Sigo teniendo miedo, pero me siento mejor.
Al pensar en toda mi familia, he perdido la cabeza. ¿Qué sería de Miguel, de mis padres… de Tamar, Dani, Ismael…mis sobrinos…? No sé nada de ellos, ni puedo imaginar que les habrá pasado, pero Isaac tiene razón. No soy la única que sufre por eso. De hecho, debería ser la que menos…
Salvo Rafa y Marta, los demás no tienen a nadie. Y yo tengo conmigo a mi hermano y a mi novio Dani, con el que iba a casarme. Supongo que ahora lo de menos es la boda… Dani… No se merece que le gritara así. El sólo quería ayudarme. Aunque quizá fue lo mejor. Nada podía ayudarme tanto como el abrazo de mi hermano y sus palabras de ánimo.
Se acabaron los sueños, pero estamos vivos y hay que luchar por sobrevivir.
Sobrevivir…

viernes, 23 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!

En estas bonitas fechas Epidemia quiere felicitaros la Navidad con una postal un pelin macabra... Disfrutad de las vacaciones.


jueves, 22 de diciembre de 2011

Capítulo 7

7

Parecía que la cosa iba bastante bien. Cada grupo encargado de una tarea. Elena y yo habíamos acabado con la mierda de engendro ese y ¡no veas que placer! ¡Pero no! ¿Por qué tuve que distraerme? ¿Es que nadie se había preocupado de cubrir nuestras espaladas? Uno de aquellos zombis se nos había acercado sigilosamente. ¡Joder! Si con razón digo yo que me ha mirado un tuerto. Noté como sus manos agarraban mis hombros y me tiraba al suelo. Era increíble la fuerza que podían llegar a tener esos bichos.

Después de unos minutos de lucha que a mí me parecieron horas abrí los ojos y me encontré sentada en el patio lejos de todo aquello. Quizás no hubiera cerrado los ojos en ningún momento. Podía ver ajetreo a mi alrededor, escuché como algo retumbaba. ¿La puerta cerrándose?. No sé cuando levanté la vista estaba en el salón Dani y Rafa me estaban limpiando la sangre que empapaba mi cuerpo. Intenté hablar pero no conseguí articular palabra alguna. Todo parecía moverse como si estuviera en la cubierta de un barco. Dirigí la mirada a Rafa y cuando él me miró solo me dirigió una leve y tímida sonrisa.

Miré a mi alrededor y todos se movían agitadamente de un lado a otro salvo Isaac, que solo bebía y fumaba con la mirada fija en la pared. Dios mío lo que daría por un cigarro. Dani y Rafa se levantaron y me acompañaron arriba a una de las habitaciones y allí me acostaron. Dani se marchó nada más dejarme pero Rafa se quedó allí conmigo unos instantes.

-Tienes que descansar algo.- me dijo nada más salir Dani por la puerta.-

-¿Me han…?- me daba miedo preguntárselo.

-No te han tocado tranquila, no tienes nada.- me respondió sonriendo.-Ahora descansa yo estaré aquí mismo.


Me tumbé en la cama y me di cuenta de todo el cansancio y la tensión que tenía acumulada y caí rendida en cuando puse la cabeza en la almohada.

. . .

Habíamos subido un colchón del salón arriba a una de las habitaciones para que Marta descansara. Tuvimos cuidado de que diera al lado opuesto a la entrada, en la que ahora mismo se congregaban decenas de zombis. Aún seguía un poco aturdida pero lo peor ya había pasado. Gracias a Dios no estaba herida. No sé cómo habría reaccionado Rafa…

Tampoco me hubiera gustado estar en su lugar. Si a Elena le pasara algo, no sé qué haría.
Bajé y di la noticia al resto de que todo estaba en orden. Respiraron aliviados e Isaac me puso al corriente de lo que le había tocado vivir junto con Joaquín, que volvía de inspeccionar las defensas de la casa.

-Está todo en orden. Con las cosas que hay aquí, más no creo que se pueda hacer.- sentenció mientras se dejaba caer en el una de las sillas.- Aún así me preocupa la cantidad de zombis que se acumulan en la entrada. Podríamos reforzar el mecanismo de cierre que ha hecho Marta pero solo los entretendría un poco más. Al final... Bueno, es irremediable que entren.-
No sé si fui al único al que le dio un vuelco al corazón pero las palabras de Joaquín me sentaron como un jarro de agua fría. La sola idea de pensar que nuestro refugio podría ser vulnerable me incomodaba bastante.

-¿Cuándo?- preguntó Isaac saliendo de sus cavilaciones.-

-No lo sé Izzy, no soy ningún experto.- replicó mientras se sacaba un cigarro.-

-Izzy… Así es como me llama un buen amigo.- sonreía por primera vez desde que empezó todo.- Habrá que trazar un plan de emergencia por si nos invaden. ¿Qué se te ocurre?

-Ahora nada, pero no duraríais ni tres días sin mí, eso seguro. – dijo Joaquín mientras se encendía el cigarro y reía entre dientes.-

Elena, que apenas estaba atenta a la conversación, levantó la vista hacia su hermano.

-Oye Isaac, ¿No sabes nada de nuestra… nuestros…? -dijo Elena titubeante.- No pasaste por casa, has dicho, ¿ve… verdad?-

Su hermano Isaac negó con la cabeza mirando al suelo. Yo intenté darla ánimos.

-Estarán bien, cariño. No te preocupes.- le susurre mientras la pasaba un brazo por los hombros.
Ella me apartó de un empujón y me gritó.

-¿Cómo lo sabes? ¡Eh! ¡No tienes ni idea! Podrían estar… estar… ¡ya has visto lo que casi pasa con Marta! -dijo llena de rabia y salió corriendo del salón.

Hice un amago de seguirla pero Isaac se adelantó.

-Déjame a mí, Dani. Yo me ocupo.- y salió tras ella.


En el salón se quedo un silencio incómodo mientras Joaquín fumaba e Izzy removía las ascuas de la chimenea haciendo como que no había presenciado nada. En el fondo Elena tenía razón, acababa de recuperar a su hermano Isaac pero nadie podía dar ni un duro por el resto de su familia. Que cojones. Por el resto de ninguna de nuestras familias. Salí al patio a despejarme y me senté con la espalda apoyada en el muro mientras escuchaba afuera los golpes y gruñidos de los zombis intentando entrar. Empujando, golpeando, inexorables, implacables. ¿Cuánto tiempo nos quedaba aquí? Es más, ¿cuánto tiempo nos quedaba con vida?
Solo Dios lo sabría.

. . .

Me encendí un cigarro mientras bajaba las escaleras. Llevaba demasiado tiempo viendo dormir a Marta y tenía las piernas entumecidas.
En el salón alguien discutía.
Desde el pasillo pude ver a Dani visiblemente acalorado y a Isaac enfrente de él apurando el cigarro.

-¡No podemos arriesgarnos joder!- le gritaba a Dani.

Cuando entré se hizo el silencio por un momento. En el salón solo estaban ellos dos. Ambos me miraron y Dani tomó la palabra.

-Cree que debemos poner a Marta en cuarentena.- dijo señalando a Izzy.- Es una gilipollez. Le estoy diciendo que no la han mordido.-

-¡Que me da igual! Te estoy diciendo que si la sangre le ha caído en la boca o los ojos puede haberla infectado igual que una puta mordedura.- replicó Izzy.


Me pasé una mano por el pelo mientras le daba otra calada al cigarro sin saber qué hacer.

-No tenemos pruebas de ello.- respondí a Izzy.

-Ni tampoco de lo contrario.-

-Vete a tomar por saco tío. No tiene síntoma ninguno.-replicó Dani.

-¿¡Y cuáles son los síntomas!? ¿Has visto volver a muchos de ellos, acaso? No me la voy a jugar.- me miró- Lo siento pero creo que es un riesgo que no debemos correr.-

Negué con la cabeza. No sabía qué hacer. Era mi novia, si, y no deseaba que le pasara nada pero Izzy tenía razón. No podíamos correr riesgos. ¿Qué mierda de situación era esta en la que Dani tenía que velar por los intereses de mi novia y yo me quedaba mirando?

-¿Qué coño está pasando aquí? - preguntó Isaac acompañado de Elena.-

-Hemos escuchado gritos- añadió esta cuando cruzó la puerta-

Pusimos en situación a Isaac mientras yo me terminaba el cigarro y todo me daba vueltas en la cabeza sin saber que debíamos hacer.

-No hay por qué preocuparse- respondió Isaac después de escuchar lo que habíamos estado hablando.- Yo acabé embadurnado en sangre cuando escapamos del Burguer y no me ha pasado absolutamente nada. No hay de qué preocuparse.-

El ambiente en el salón era ahora más que raro. Sobre todo entre Izzy y Dani, que habían estado discutiendo por lo que ahora era una estupidez. Y yo que no quería saber qué pensaría Marta si supiera que habíamos pensado dejarla en cuarentena. Que incluso yo habría estado de acuerdo en mantenerla apartada de nosotros por precaución. Pero no había mucho tiempo para pensar en esas cosas porque entonces apareció Joaquín en la puerta.

-Tenéis que ver esto.- dijo mirándonos a todos- Ahora.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Diario I

Izzy (Isaac) 21 Mayo

Joder, esto se nos va de las manos. ¿Qué coño? En realidad no teníamos nada controlado.
Pero sobrevivimos…
Elena habla con su hermano Isaac y Joaquín se ha ido a revisar la seguridad de la guarida. Estoy seguro de que vendrá con ideas para mejorarla. Menudo ”manitas” de mierda… me alegro de que esté aquí.
He encontrado una botella de Ballantines a medias en la despensa. Así que me he servido una copa sin hielo ni coca-cola. Está fuerte de cojones pero, junto con un cigarro, es lo mejor que podía pedir para calmar los nervios. Aún me queda medio paquete de Marlboro pero cuando se acabe…no se qué voy a hacer.

No quiero molestar, así que me siento en el sofá a contemplar la escena.
Marta esta en shock, y Rafa y Dani no paran de buscar heridas mientras limpian la sangre. Llevan un buen rato así, y ni siquiera ellos están seguros de lo que ha pasado.
Si la han contagiado…

lunes, 31 de octubre de 2011

Capitulo 6

6

WhatsApp Messenger

Abel.Alcorcon/ Ult.vez ayer 13:21
Mensaje enviado a las 8:23 del jueves 21 de Mayo:
Esper q stes bien. Si es asi, cntsta xfavor. Nosotrs stamos atrinxerados y tenems comida. Contsta x dios.

Isaac.Rodriguez/ Ult.vez ayer 18:09
Mensaje enviado a las 8:25 del jueves 21 de Mayo:
Esper q sigas vivo. Cntsta si es asi x dios, tienes q cntstar. Stams atrinxerados y tnemos comida. Cntesta!

Marta.Chini/ ult.vez ayer 14:35
Mensaje enviado a las 8:28 del jueves 21 de Mayo:
Si stas viva contsta. Simplemnt cntesta…


Solté el móvil en la mesa y me pasé las manos por la cabeza. Detrás de mí aún humeaban los restos de la hoguera que habíamos encendido en la chimenea. Elena y Dani estaban preparando algo de desayunar en la parte de abajo. Isaac había bajado a la rampa del garaje a buscar algo con lo que recortar las barras de hierro para hacerlas más manejables. Marta estaba sentada a mi lado en la mesa del salón. Llevábamos toda la mañana intentando contactar con alguien a través del WhatsApp. Era lo único que seguía funcionando, internet. Y a duras penas. Habíamos intentado acceder a multitud de periódicos por internet, pero la mayoría de los servidores estaban caídos o las paginas sin actualizar. Marta también soltó su móvil y me miró. No hacía falta que dijera nada para saber que tampoco la había contestado nadie.

-¿Nada?- dijo mirándome fijamente.-
-Nada. Estamos solos, parece.- le respondí.
-No digas eso, aún pueden contestar. Y además sabemos de algunos vecinos que siguen en sus casas. Por las mañanas se pueden ver algunas chimeneas humear a algunas manzanas de aquí.- Era la que más se había empeñado en salir a buscar supervivientes. Pero el resto recelábamos de ello.

-Ya lo hemos discutido, Marta, aquí no nos fiamos de nadie que no conozcamos de antes. Ya sabes que…- un zumbido interrumpió la frase.

No sabíamos que era, hacía tanto tiempo. Pero al bajar la mirada ahí estaba la lucecita parpadeando. Cogí el móvil con las manos temblorosas y lo desbloquee. Un nuevo mensaje WhatsApp.

Mensaje recibido a las 8:37 del jueves 21 de Mayo:
Isaac.Rodriguez/ en linea:
Claro ke seguims vivos, dnd tais??? Joakin sta cnmigo. Estams bien pero no sabmos ke hacer. Ni sikiera hems dormido.



-¡Subid todos! ¡vamos! ¡vamos!- grité por el hueco de la escalera- ¡Tenemos supervivientes!

Al instante empezaron a subir todos rápidamente. Elena y Dani cargaban con los cartones de leche vasos y demás desayuno. Isaac llevaba la barra a medio partir apoyada en el hombro.

-¿Quién?- era la pregunta más repetida por todos.
-Es Isaac. Y Joaquín está con él- les dije cuando hubieron entrado todos en el salón-.
-Isaac… ¿mi hermano Isaac?- preguntó Elena.

Asentí con una sonrisa de oreja a oreja. A Elena se le caían las lágrimas de felicidad por el rostro ante la noticia de que al menos su hermano seguía vivo.

Mi móvil vibraba incansable en mi mano. Isaac se impacientaba. Lo volvía coger para tranquilizarle y contarle quienes estábamos allí. Leí en voz alta al resto cada mensaje que nos intercambiábamos. Quedamos en que en media hora tenían que estar aquí. Entrar por la calle que limitaba con el campo para evitar así cruzar todo el pueblo. Y nosotros intentaríamos abrirles camino hasta la puerta. Sincronizamos los relojes de los móviles con el de Isaac y empezamos a prepararlo todo. Salimos al patio delantero armas en mano.

-Bien sólo tenemos una oportunidad. Isaac y yo moveremos nuestros coches para bloquear la calle que sube. Dani y las chicas os encargareis de que nadie llegue por el extremo opuesto al que deben llegar Isaac y Joaquín. Una vez lleguen tenemos que meterles rápidamente en casa mientras cubrimos la retirada con los coches y volvemos a dejar todo como estaba.- me sudaban las palmas de las manos.- Hemos de esperar a que falten 5 minutos para que llegue y rezar porque sea puntual.-

Todos asintieron en silencio. Isaac se adelantó y se incorporó a la verja.

-Bien, tenemos uno justo debajo de la valla, habrá que matarlo en cuanto salgamos. En la acera de enfrente hay dos pero uno de ellos esta tumbado en el suelo con la cabeza apoyada en la pared. No dará problemas hasta que se incorpore y espero que tarde bastante.- todos lo esperábamos en realidad.- Al final de la calle hay tres más y por donde han de entrar Isaac y Joaquín otros dos. La calle de subida no se ve desde aquí.-

Volvimos a asentir.

-Aparcar con la puerta del conductor mirando a la casa para que cuando bajéis del coche no tengáis problemas- apuntó Dani.
-Cierto.-respondí- Sería una cagada bajar por el lado de los zombis.

Pronto no quedó nada más que decir, paseábamos inquietos por el patio dando golpecitos con nuestras armas a las baldosas, el olivo allí plantado o el muro. A falta de 10 minutos desbloqueamos la puerta de nuestro rudimentario pero efectivo cerrojo y nos lanzamos fuera. Sentía la bilis en mi garganta. Nunca había estado tan nervioso.


···


Rafa miraba nervioso su reloj. Yo giraba el hierro inconscientemente en un movimiento repetitivo. Ya apenas quedaba tiempo para ponerse en marcha.

-Yo me ocupo del de la valla- les dije a Marta y a mi novia.- ocupaos de que no se acerquen los demás.-
-¡Al lio!- gritó Rafa mientras Isaac abría la puerta y sacaba las llaves.

Salí justo detrás de ellos que ya estaban arrancando sus coche y atrayendo a todos los zombis con el sonido de los motores. Allí estaba el zombi, hacía unos segundos solo nos separaban 30 cm de piedra y una fina chapa y ahora ahí le tenía. Levante el arma y la descargue con fuerza sobre él. Le golpee en el hombro. Y se tambaleo dirigiendo su atención hacia mí. Entonces la furgoneta de Rafa aceleró y el zombi busco el origen de este nuevo sonido sin saber bien a que prestar atención. Aprovechando la distracción golpee con el hierro al zombi en la cabeza lateralmente. Pude ver como se deformaban sus huesos del cráneo y caía al suelo.
Busqué con la mirada a Marta y Elena. Estaban dando cuenta del zombi que estaba al otro lado de la calle mientras el segundo intentaba incorporarse desde el suelo. Jamás lo consiguió. Isaac apareció justo en ese instante y acabó con su no vida, o lo que fuera que tenían. Las chicas terminaron con su zombi y se giraron hacia los que venían por la calle que teníamos que cubrir. Me situé junto a ellas sin perder de vista el resto de la escena.
Los coches estaban donde debían estar, pero nadie se movía no había ningún zombi aún lo suficientemente cerca como para atacar. Aunque duró más bien poco, los zombis no se movían precisamente despacio aunque nunca llegaban a correr, y al fondo de la calle se podía ver como doblaban la esquina decenas de ellos atraídos por el ruido supongo. Isaac seguía sin aparecer.

-Mantengámonos juntos- les grité a las chicas mientras me colocaba a su lado para ayudarlas a rematar otro zombi.

Pronto el suelo fue un rio de sangre. Habíamos matado cuatro o cinco que ahora yacían a nuestros pies.

-¿¡Donde cojones están!?- pregunté y por respuesta a mis dudas como si hubiera estado alguien esperando a que la realizara el coche de Isaac apareció a toda leche por el final de la calle aplastando a su paso un puñado de zombis.

Rafa se puso a hacer señas con las manos para que pararan lo más cerca del chalet posible, mientras aminoraba la marcha Joaquín bajó del asiento del copiloto tijeras en mano y se lanzó a ayudar con los zombis que bajaban calle arriba mientras volvían a colocar los coches en la entrada y nos íbamos retirando. Fue entonces cuando bajamos un poco más la guardia y un zombi agarró a Marta por lo hombros. El grito se escuchó en Lima. Marta cayó al suelo y el zombi encima. Intentaba desesperadamente apartarlo pero no podía.



Rafa apareció aun no recuerdo de donde, pero golpeó al zombi en la cabeza una, dos y tres veces; y hubiera seguido si hubiera quedado cabeza que golpear. Como pudimos, con ayuda de Joaquín y Elena, arrastramos a Marta dentro del chalet, mientras Isaac cerraba la puerta tras de nosotros. Marta temblaba sin control en el suelo del patio cubierta de sangre.

martes, 11 de octubre de 2011

Capitulo 5

5

Llevábamos varias horas allí sentados sobre el capó del coche sin saber que hacer. La ciudad a nuestros pies parecía un campo de batalla. Había varias columnas de humo que recortaban el cielo del atardecer, se podía distinguir algún movimiento esporádico en la lejanía de algún coche o persona o vete a saber que. Por lo demás todo era prácticamente silencio, silencio, y más silencio. Era todo lo que se escuchaba desde donde estábamos. El silencio, nuestra respiración y el rugir de nuestros estómagos. Esto último fue el detonante de todo.

-No sé tú pero yo me muero de hambre.- Joaquín rompió la calma que reinaban en el ambiente.

Asentí con la cabeza sin levantar la vista de la ciudad, más o menos a unas cuatro manzanas estaba mi casa. Y una enorme concentración de zombis también ya que estaba al lado del hospital.

-¿Qué sugieres?- le pregunté sin levantar la vista.

-Hay que bajar ahí tío y encontrar algo de comer. El supermercado está aquí al lado.

-El supermercado está al ladito del hospital Joaquín no es una buena idea.- me volví para mirarle, la verdad es que las tripas me iban a devorar por dentro como siguiera así.

-Algo tendremos que hacer macho. No he probado bocado desde las siete de la mañana con toda esta mierda.

A Joaquín le había pillado la hecatombe mientras trabajaba en el parque como jardinero. Primero la gente corriendo, según había narrado, eran pocos pero histéricos y poco a poco la locura se fue extendiendo. Preguntaron al subnormal que tenía entonces por encargado y les instó a seguir trabajando sin más. Ninguno de los que corría precipitadamente por la avenida o atravesando el parque respondía a ninguna pregunta. Poco a poco la gente se fue largando pero cuando llegaron ellos no quedó alma en aquel lugar. Joaquín había visto llegar a los primeros de aquellos zombis a una velocidad considerable para lo que suelen narrar los libros y películas. Al principio no sabía bien que eran pero cuando el primero de ellos llegó a su altura lo primero que hizo fue poner tierra de por medio como alma que lleva el diablo. Consiguió llegar hasta la avenida abriéndose paso a golpe de tijera y justo entonces le encontré yo.

Nos retiramos hasta las afueras de Móstoles y subimos a una colina cercana desde allí podíamos ver prácticamente toda la zona sur de la ciudad, incluido el hospital y sus alrededores.

-Sube al coche, vamos a ver dónde nos dan de cenar.- abrí la puerta del conductor mientras y monté.

-Si seguro que en algún restaurante siguen sirviendo cenas a esta hora.- respondió Joaquín sonriendo de oreja a oreja.

-Fuera de coña. ¿Dónde narices vamos?.

-El supermercado es un imposible, habría que mirar algún restaurante o bar de la zona.-

-Allí nos arriesgamos a que la comida no esté preparada y no me pienso parar a cocinar. Necesitamos un sitio donde no se pare de vender comida…

-¿Estamos pensando lo mismo?- dijo Joaquín.

-Vamos al Burguer- arranqué y nos pusimos en marcha.

Nos adentramos en la ciudad en cuestión de unos minutos y pusimos rumbo hacía el norte de la ciudad, teníamos que atravesar la ciudad entera prácticamente y no iba a ser un trayecto divertido precisamente. Respiramos aliviados al llegar a la avenida principal y ver que a pesar de los coches abandonados, estrellados, y demás obstáculos se podía avanzar a cierta velocidad, nos conformábamos con avanzar más rápido que los putos zombis que plagaban la calle. La mayoría de ellos se limitaban a mirar como pasábamos y antes de echar andar ya nos encontrábamos lejos y perdían el interés. Otros se abalanzaban hacía nosotros nada más vernos. Algunas personas estaban asomadas a los balcones y ventanas observando el panorama que se extendía bajo ellos, algunos nos señalaban al pasar, otros se encontraban fuera en grupos combatiendo a algún zombi aislado pero eran los que menos. Otros simplemente corrían huyendo del horror.

-Tio esto es una puta locura- Joaquín miraba por la ventanilla bebiéndose cada imagen que pasaba por delante.

De repente empezó a bajar la ventanilla a toda velocidad mientras buscaba las tijeras en el asiento de atrás del coche.

-¿¡Qué cojones haces Joaquín!?- grité mientras mi mirada iba de él a la carretera. Giré para esquivar un zombi que pasó cerca del lado derecho del coche al tiempo que Joaquín le estampaba un sonoro golpe con las tijeras en la cabeza.

-¡Que te den capullo!- gritó por la ventanilla sacando medio cuerpo fuera.-

Volvió a sentarse en el asiento y lanzando las tijeras en la parte trasera rompió a reír.

-¡Estas como una puta cabra!- le increpé pero no pude evitar sonreír.


Cinco minutos después llegamos al Burguer. Nos acercamos lentamente hasta el establecimiento. No había ningún zombi por los alrededores.

-Pararé justo en la puerta por si tenemos que salir pitando.- le dije a Joaquín mientras tiraba de freno de mano.

Nos apeamos del coche rápidamente, Joaquín empuñó sus tijeras y nos dirigimos dentro del establecimiento. La entrada principal estaba enfrente del mostrador después de cruzar todo el comedor . A la izquierda a media altura se encontraba otra puerta lateral. Al lado del mostrador los aseos. Estaba todo desordenado, mesas y sillas por los suelos, restos de comida en algunas zonas, etc. Todo parecía haber sido abandonado precipitadamente. Registramos rápidamente toda la zona incluida los baños y nos acercamos a la barra.

-Dos menús con hamburguesas y coca-cola gigantes por favor.- solté sin más como si me saliera del alma.

No podíamos resistirnos ya, rompimos a reír con lágrimas en los ojos. Necesitábamos liberar tensión y la risa nos ayudaba bastante la verdad. Cuando conseguimos recomponernos saltamos la barra y empezamos a arramplar con todo lo que podíamos cargar hasta que escuchamos aquel sonido que nos heló la sangre.

Volvimos a la carrera fuera de la cocina hasta la barra, y allí estaba en la puerta avanzando pesadamente. Detrás de él entró otro, y otro más. Pronto reparé en que alrededor del establecimiento pululaban al menos cinco más de aquellos zombis. Salté la barra con celeridad y agarré la silla que tenía más próxima.

-¡Date prisa Joaquín!- grite sin volver la cabeza mientras le lanzaba la silla al zombi que tenía más cerca.

Pateé una mesa contra el segundo zombi que le golpeó las rodillas y cayó estrepitosamente sobre el cuerpo de su compañero. Pero entonces aquel tacto me helo la sangre, hizo que se me erizaran los pelos de la nuca y que se me formara un nudo en el estómago. Algo me aferraba fuertemente el antebrazo derecho. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido?, mientras combatía a los zombis que venían de frente dos de los que rondaban por fuera habían conseguido entrar por la puerta lateral y ahora uno de ellos me tenía agarrado. Todo sucedió a gran velocidad. Como un impulso que yo no controlaba mi puño izquierdo fue a estamparse contra la cara del zombi. Fue más un acto reflejo presa del miedo que un golpe premeditado. Al mismo tiempo noté disminuía la presión en mí brazo pude ver la silla lanzada por Joaquín contra el zombi y a este caer de espaldas. Entonces Joaquín tiró de mí para que me moviera.

-¡Vámonos Isaac maldita sea!.- me grito mientras se agachaba a recoger las bolsas con la comida. Sus tijeras bamboleando en el cinturón . Salí pitando detrás de él y abriéndonos paso a golpes montamos en el coche.

-¡Arranca! Arranca! ¡Arranca! ¡Arranca!- grito Joaquín insistentemente.-

miércoles, 11 de mayo de 2011

Capítulo 4

4

20 de mayo. Un buen día para desatarse el apocalipsis. Bueno, ¿qué cojones? Cualquier día era bueno, supongo. Trabajo en el hospital de celador, o más bien.. trabajaba en el hospital. Y yo que me quejaba de que tenía días difíciles. Para dificil el de ayer.

Aún recuerdo todo más o menos con nitidez. La verdad esque los días duros habían empezado hacía ya unas semanas. Las bajas de algunos empleados por la fiebre esa que decían venía de la niebla. El colapso de enfermos en las habitaciones y urgencias. Gente viniendo a hacerse chequeos. Todo era bastante caotico y más caotico se iba a poner. Ya habíamos visto alguna cosa rara los que pasamos practicamente el día currando allí. Aquella madrugada al parecer habían muerto las primeras victimas de la fiebre. Y esa misma mañana, joder.. vaya mañanita. No se dónde empezó todo exactamente. Sólo se que en menos de una hora el hospital era un auténtico caos. La gente corría empujandose por los pasillos abalanzandose hacia las salidas. Gritos, y más gritos. No esque fuera mi deber pero como personal del hospital fuí a buscar el origen del alboroto. Me econtré con un par de compañeros igual de extrañados que yo. No había coincidido mucho con ellos pero los tres subimos esclaeras arriba esquivando a la gente que bajaba como loca. En el descansillo de la escalera una enferme atendía a una mujer que se había desvanecido. Ojalá fuera la única que se encontraba indispuesta.

Llegados a la segunda planta cada vez era menos la gente que bajaba corriendo. Sólo nos cruzabamos con alguna que otra persona que bajaba con el rostro desencajado sin prestarnos atención. Pasada la tercera planta todo era silencioso. Aún recuerdo como se nos pusieron los pelos de punta. Ese escalofrío que nos recorrió el cuerpo. Casi puedo volver a sentirlo ahora. Terminamos de subir los escalones que nos faltaban. Un enorme pasillo se extendía de izquierda a derecha. Al fondo de uno de los extremos la sala de espera. Y en frente nuestra uno de los pasillos de habitaciones. Había hasta cinco pasillos iguales que empezaban en el lado opuesto a la subida de las escaleras. No nos atevíamos a hablar. Yo por no saber no me sabía ni sus nombres. Miré en dirección a la sala de espera parecía desierta, sin embargo, algo raro había en el ambiente.

-Vamos a mirar en la sala de espera mientras...-no me dió tiempo a terminar la frase cuando empezó a escucharse una especie de gemido, o quejido, con voz ronca y sin fuerza.

Los tres nos volvimos hacía el pasillo que teníamos delante cuando hice ademán de avanzar mi compañero me detuvo

-Podría ser peligroso Rodriguez- me dijo sujetandome el hombro. El muy idiota se había limitado a leer la chapita que llevaba sobre el pecho
-Viene de allí- respondió el otro de mis compañeros. Señaló hacía el pasillo.-Podrian necesitar ayuda-
Ayuda ibamos a necesitar nosotros... pero como imaginarlo entonces. Cómo suponer todo aquello sólo por una horda de gente escandalizada. Por un simple, gemido, gruñido, o lo que fuera aquello. Nos adentramos con precaución en el pasillo el gemido seguía repitiendose una y otra vez incansablemente. Las puertas de las habitaciones estaban cerradas o entornadas pero no tuve el valor de mirar dentro de ellas. Algo me daba mala espina. Al fondo el puesto de control de enfermeria se acercaba. Pero antes de llegar nos paramos frente a una habitación. La puerta estaba abierta de par en par. El suelo en el pasillo lleno de sangre no auguraba nada bueno. Al asomarnos a la habitación había una enfermera o más bien lo que quedaba de ella en el suelo. Sus tripas por los suelos y su boca aún abierta en un grito eterno. Pero aún mas impactante que aquello fue el ver a otra persona con bata de paciente sobre su cadaver ¿devorandolo?. Aún no podía creermelo. Aún sigo sin creermelo, simplemente no quiero. Uno de los otros dos compañeros solto una maldición y aquella cosa reparo en nosotros. Nos miro con esos ojos que miraban sin ver, toda la cara llena de sangre. Tuve que contenerme para no vomitar.

Cerramos la puerta rápidamente y al instante empezaron a escucharse golpes y gruñidos detrás de ella. El volumen del estruendo empezó a subir y fue cuando nos percatamos de que no procedía sólo de detrás de la puerta que acababamos de cerrar. Si no que en todas se escuchaban ahora gruñidos. De el puesto de enfermeria vimos como dos ¿personas? avanzaban hacia nosotros los brazos semi alargados como si pretendieran capturarnos desde aquella distancia.

-Mover el culo.- fue lo único que se me ocurrió decirles a los otros dos mientras me volvía sobre mis pasos dirección a las escaleras. Cuando estaba llegando al final del pasillo una de esas cosas estaba en medio. Imposible esquivarlo. Reparé en una camilla que había en el pasillo un poco mas alante. Y cogiendo carrerilla me abalancé sobre el. Calló al suelo de espaldas y no me paré a comprobar si se recuperaba o no. Enfile las escaleras mientras podía ver como de la sala de espera de aquella planta mas de aquellos seres caminaban hacía mi. Me crucé con los de "seguridad" que subían porra en mano. No recuerdo si alguien me preguntó algo mientras bajaba, pero lo que si que recuerdo esque no fuí capaz de contestar a nadie. Me monte en el coche sin siquiera quitarme el uniforme del hospital y salí pitando para casa.


Había tenido que coger una entrada muy anterior a la habitual porque la carretera estaba congestionada, supuse que sería por algún accidente, ya que no dejaban de pasar camiones de bomberos y ambulancias. Así pues me encaminé con el coche hacía mi casa. Estaba al lado del hospital y me temía lo peor. Venía reflexionando sobre ello por el camino. En la tercera planta habían muerto una docena de pacientes. Era en la que mas muertos se habían registrado esa madrugada. Lo sabía bien porque era mi obligacion bajarlos a velatorios en la planta baja del hospital. Entonces, ¿todos esos?, ¿eran los pacientes?, ¿cómo tenía que llamarlos?. Esa duda se me disipó al llegar a la altura del parque Liana. Alli había una buena cantidad de gente corriendo avenida arriba los podía ver pasar desde el semaforo en el que estaba parado... Entonces le reconocí era el maldito Joaquin corriendo como alma que lleva el diablo con unas tijeras de podar enormes en las manos y justo detrás suya otra multitud, si. Pero de zombis.

-¡¡Joaquin!!- grite sacando mi cabeza por la ventanilla.-

Se giró buscando quien le llamaba sin dejar de correr. Me vió y me saludo con la mano sin pararse ni un momento. <<Sera gilipoyas, pues no le perseguían decenas de bichos de esos y me saluda con la mano como si nada>>. Aceleré y pase bien cerquita de los zombis. Adelanté a Joaquín y paré unos metros por delante suya mientras abría la puerta del copiloto.

-¡Corre mamonazo!-

Montó en el coche resoplando y se paró a coger aire.

-¿Quieres cerrar? ¡Que los tenemos encima colega!.- le increpé.

Joaquín miró por dondé acabab de llegar y tenía a los zombis encima, fue a cerrar la puerta y rebotó sobre una mano. No se escucho ningun grito ni quejido por la acción como habría sido normal si no que los dedos no dejaban de moverse buscando a tientas. La puerta mantenía pinzada la mano del zombie mientras Joaquín hacia fuerza para que no abriera la puerta.

-¡¡Quieres arrancar me cago en tu abuela!!- dijo sin mirarme mientras se le veía hacer acopio de sus últimas fuerzas para mantener la puerta cerrada.


Volví a acelerar y cuando llevabamos unos cinco metros abrio la puerta y dejando que el zombi callera al suelo volvió a cerrar. Soltó las tijeras en la parte de atrás del coche. Estaban manchadas de sangre.

-Te debo una- dijo resplando.- recuerdamelo. ¿Que cojones esta pasando colega?.
-No lo se Joaquin. No lo sé.- estaba atardeciendo.

viernes, 6 de mayo de 2011

Capítulo 3

3

Montamos los tres en el coche en completo silencio. Nos llevabamos la furgoneta de Rafa para poder cargar con todo. Las calles estaban bastante deshabitadas. Apenas encontramos a algunas personas que cargaban sus coches o miraban entre las cortinas hechadas de sus domicilios. Cuando nos acercamos al Mercadona algo raro estaba pasando. Había una gran concentración de gente en las puertas.

-¿Son zombies?- preguntó Elena poniendose en lo peor.
-No creo... pero para salir de dudas podemos acercarnos sin problemas. El parking da mucho juego a maniobrar en caso de que haya que salir por patas.- respondí mirando a aquella muchedumbre.
-Fijaos bien- añadio Isaac mientras les señalaba- parece que llevan palos algunos y otros parecen empujar carritos de la compra no creo que sean zombies precisamente.

Tenía razón sólo había que fijarse bien para darse cuenta de que eran personas normales y corrientes como nosotros. Aun así todavía se notaba a Elena algo nerviosa asique me acerque con sumo cuidado. La muchedumbre protestaba antes las puertas del centro comercial visiblemente nerviosa. Mientras los empleados intentaban infructuosamente que reinara la calma. La cosa no pintaba excesivamente bien, parecia que los nervios se habían apoderado de todos. Pronto empezaron los empujones violentos alguna de aquella gente estaba en el suelo sin conocimiento o quizas algo peor. Entonces sonaron cristales rotos, la marabunta entro en el supermercado empujandose y a golpes. No se veia a los trabajadores por ningun lado.

-¡Vamos!- gritó Isaac mientras se bajaba del coche.
-Ve con el Elena me quedo aquí por si intentan robarnos el coche.- le dije a mi novia mientras le pasaba la rama que usaba como arma.-

Isaac y Elena se adentraron entre la muchedumbre y pronto los perdí de vista. Esperaba no tardaran mucho..

. . .

Aquello era una locura. Miles de productos de toda índole estaban esparcidos por el suelo. Pisoteados, aplastados y rotos. Empezamos a recorrer los pasillos a gran velocidad. Elena me había cedido el palo pero se lo volví a entregar para coger un carrito de la compra cuyo dueño yacía en el suelo sangrando por la cabeza. Esto era una locura. Nos apresuramos a coger cosas de las mas esenciales. Comida la que pudimos acarrear sin importar si era fresca o enlatada. Ya nada importaba, se oian gritos por todos lados en el centro comercial. Parecía que iba a perder el juicio. Elena cogío compresas y tampones, champu, gel, desodorantes... Era increible cuan diferente pensabamos los hombres de las mujeres a veces.

Nos apresuramos hacía la salida. Las cajas para pagar abandonadas hacían de embudo y los empujones y carreras eran mas violentos en aquella parte del supermercado. Algunos se habían entretenido en saquear el dinero que guardaban las cajeras. Cuando porfin conseguímos salir localizamos a Dani con el motor en marcha esperandonos.

Al llegar hasta él, se bajó del coche y nos ayudó a cargar todo el contenido del carrito en el maletero. Cerramos y salimos cagando leches de aquel sitio de locos. La vuelta fue igual de tranquila que la ida. Apenas quedaba gente por las calles, salvo en las inmediaciones del polideportivo. No nos atrevimos a volver a pasar por delante del mismo. Pero las calles de cerca de el empezaban a estar preocupantemente infestadas de zombis.

. . .

Tenía los pelos de punta. Cuando nos montamos en la furgoneta mi cuerpo temblaba involuntariamente. ¿Cómo podía estar volviendose tan loca la gente?, ¿tan grave era la situación como para perder la compostura así de golpe?.

-Tranquila cariño. Todo va a salir bien.- repetía constantemente Dani para tranquilizarme mientras Isaac miraba abstraido por la ventana.- Tranquilizate.

¿Cómo cojones iba a salir todo bien con todos esos zombies danzando por ahí?.¿Pero este chico en que mundo vivé?. Pero tenía razón. Tenía que tranquilizarme como fuera. Al pasar por las cercanías del polideportivo el autocontrol se esfumó mucho más rápido de lo que me había costado tranquilizarme.

Llegamos al chalet. Aparcamos la furgoneta con el maletero pegado a la puerta que llevaba a la rampa del garaje. No había un alma en la calle. Me acerque a la puerta del garaje y tire de ella con fuerza. No se movió ni ápice. Dani e Isaac lo intentaron con identico resultado. Otra vez empezaba a ponerme nerviosa cuando Dani grito.

-¡¿Rafa, Marta, estais ahí?!-

Al momento se abrió la ventana del salón y asomó Marta.

-¡Enseguida bajo, ya hemos atrancado la puerta!- respondió y desapareció.

Unos minutos después y trás mucho sonido de maderas y metal la puerta se abrío hasta la mitad de su recorrido. Bajamos las provisiones rápidamente mientras Rafa subía a ayudarnos.

-¿Cómo ha ido la cosa?.- pregunto mientra cargaba un par de cajas de leche.-
- A la gente se le ha ido la cabeza tio- le respondio Isaac mientras cargaba un monton de latas en conserva.- Han asaltado el Mercadona justo cuando nosotros llegamos. Ha sido bastante caotico y por las inmediaciones del polideportivo hay bastante más actividad de zombies.-

Rafa nego con la cabeza con gesto de preocupación. Ya estaba todo practicamente descargado. Los chicos fueron a colocar los coches en forma de "U" para que hicieran de muralla entre la casa y la parte de fuera.

-¡Que demonios habeis hecho en nuestra ausencia!- grité mientras miraba alrededor.- Dios... si lo viera mi madre le daba un chungo.

No nos pudimos aguantar la risa después de tanta tension. La verdad esque se quedaba uno mucho más relajado después de reirse. Y no sin motivo. Todos sabiamos que en mi casa para mi madre el orden era más que sagrado.

-Solo hemos cambiado alguna cosa de sitio y bueno.. reutilizado alguna otra.- respondio Marta aun sonriente.- Vamos a colocar las provisiones y os voy contando.-

-Hemos pensado que lo mas seguro y logico es usar la planta primera. Estar en el garaje este, por muy habitable que sea no me termina de convencer.- empezó a decir Rafa mientras subia las escaleras cargado con algunas de las provisiones.- Aquí arriba tenemos el salón que es mucho mas amplio que el de abajo con la chimenea. Ya que calefacción no tenemos, ni tampoco electricidad con la que cocinar nos vendrá bien. Hay un monton de vajilla en la mesa que aún no habíamos llevado a la nueva casa, pero bueno no creo que sea un problema.-

-También esta la cocina y un baño en esta planta.- Agregó Marta.- y lo mejor esque aún no nos han cortado el agua. Por lo tanto hemos aprovechado y llenado los lavabos y bañeras de todas las plantas para tener agua corriente durante un tiempo. Aunque al final supongo se estancara...-

La verdad esque estaba bastante sorprendida por lo del agua. No se me había ocurrido que pronto dejarian de suministrarnos cosas tan básicas como la luz, el agua y demás.
Seguimos dando viajes de abajo a arriba subiendo la compra, si podía llamarse así a todo eso que nos habíamos llevado sin pagar, mientras Marta nos seguía contando.

-Hemos atrancado la puerta con un par de tablas de somier bastante resistentes. ¡Había de todo en el armario de las herramientas!- dijo satisfecha.-
-Tendriais que haber visto a doña "ferretera". - agrego Rafa con algo de ironía para picar a Marta.- le hacían los ojos chirivitas.-

-Serás idiota, si no fuera por mi aún estarias buscando como atrancarla.- le respondio Marta tirandole un paquete de pasta a la cabeza.- La cosa esque conseguimos fijar una de las tablas a la pared con el taladro de bateria de su padre. Que lo suyo nos costó porque apenas le quedaba. Y la otra tabla para que diera el largo del rail por donde corre la puerta la enganchamos a la primera con una pletina. De forma que ahora la puerta solo se abre hasta la mitad. Pero es super sencilla de encajar y desencajar. Hemos cegado las ventanas de abajo con tablas solo hasta la altura de la cara de forma que podamos ver rapidamente que pasa fuera. Pero si un bicho de esos se acerca hasta ella no nos podrá alcanzar.-

-¿Te has planteado empezar a llamarlos zombis?- pregunto Dani riendose mientras encendía la chimenea.-

-Zombis, bichos, seres, llamalo como quieras. Luego hemos empezado a desmontar la estanteria de hierro que hay en la rampa del garaje. Hemos bajado los dos sacos de dormir que había allí porque nos iban a ser de utilidad. Pero poco mas hemos encontrado que sirva. Con algunas planchas de metal hemos reforzado la entrada y la valla del jardin de atrás, que era la más endeble. Y bueno Rafa insiste en que los hierros que unen y sujetan las planchas no tienen desperdicio como arma.- comento Marta.

-Son un poco dificiles de manejar-Rafa sacó de detrás del sofa tres hierros de más o menos un metro de largo.- pero son bastante letales creo yo. Más que tu palo seguro Dani- dijo lanzandole uno de los hierros.-

-Podriamos usar nosotros los de hierro y dejarle a las chicas el bate y el palo que son mucho más manejables.- propuso Isaac mientras sopesaba uno de los hierros.-

-No es mala idea- contestó Rafa.

El resto asentimos en silencio. La idea de llevar un arma en parte me tranquilizaba. Pero en parte me aterrorizaba tener que llegar a usarla. Ya empezaba a anochecer cuando estendimos los sacos cerca de la chimenea y bajamos un par de colchones de arriba para poder dormir todos. Isaac propuso hechar las cortinas e indico que lo mejor sería cegar las ventanas del salón al menos en parte para evitar que la luz de la chimenea llamara la atención de los zombies. Y por fin parecía acabar, aquel día. Yo creo que el día mas largo de nuestras vidas.

lunes, 11 de abril de 2011

Capítulo 2

2

El miedo se hizo mi amigo más fiel. Siempre estaba conmigo allá a donde iba.
Habían pasdo ya 10 minutos e Isaac no aparecía. Estaban siendo los 10 minutos más largos de mi vida. Mi novio, Rafa, no paraba de moverse inquieto. Al parecer no era la única que le estaba pareciendo una eterna espera. Me aterrorizaba la idea de que pudieramos morir. Habían dejado las llaves en el contacto por si había que salir en cualquier momento. La muchedumbre cada vez estaba más cerca, ya no había ninguna duda. Eran zombies.
La rotonda daba a un camino secundario asfaltado que llevaba al pueblo vecino. Todo lo que se observaba en aquella direccion eran kilómetros y kilómetros de campo. Dani se había hecho con una rama para usar como arma, no era igual de efectiva que el bate de baseball pero esperabamos que hiciera las veces.
-Cinco minutos más y nos largamos- Rafa hablaba con Dani mientras miraba el reloj.-
-Eso si no se acercan antes ellos.- agregó Dani señalando a los zombies que ya estaban a tan solo un par de manzanas.-
Las lagrimas me resbalaban por las mejillas. Solo un poco más, me decia a mi misma, pronto no estaremos aquí. Iremos a un lugar seguro. Intentaba por todos los medios tranquilizarme. Aquellos seres se acercaban a nosotros , les veia claramente.
- Rafa, vamonos, vamonos porfavor- Rafa no me escuchaba, tan solo miraba a todos los lados como asegurandose de algo. Se volvió hacia mi y sonrió
-Todo va a ir bien mi amor. No te preocupes -dijo mientras cambiaba el bate de una mano a la otra.
¿Cómo podía haber sucedido eso?¿qué sería de nosotros y de nuestas familias?
En ese momento me vino a la mente mi hermana pequeña Nazaret. La enfermedad le vino sin previo aviso. Nuestros padre la llevaron al hospital una mañana como simple precaución pero no volvió a salir de allí. Al principio los sintomas eran normales. Fiebres y vómitos, nada fuera de lo corriente. Pero pronto las fiebres dejaron de remitir y los vómitos se tornaron en sangre. Nos prohibieron verla. Los médicos no nos dejaron acercarnos a la habitacion por miedo de que alguno de nosotros contrajesemos el virus. Gracias a Rafa aquella situacion era mas llevadera. Pero la vida de Nazaret parecía acortarse cada vez más. Era algo que no llegué a comprender. ¿Por qué ella?, ¿qué había pasado?. A estas alturas quién sabe que sería de ella. Casi preferiría no pensarlo. No podía imaginar a mi hermana caminando por las calles como una zombi. No, no, ella no. Sin embargo... ¿estaría ella entre el grupo de zombis que se aproximaba?.
-Todo va a ir bien mi amor. No te preocupes...- aún resonaba en mi cabeza la frase de Rafa
Elena parecía muy nerviosa y estaba pálida como un muerto.Dani se había agachado junto a ella y susurraba algo, pero pronto se volvió a incorporar para colocarse junto a Rafa.
- Esto es una locura no comprendo nada-dijo Elena con la mirada perdida-
-Quiero irme a un lugar seguro. No aguanto estar esperando mientras esos de allí nos van alcanzando.- señalé con un gesto de cabeza a los zombis que se acercaban.
Dani no paraba de dar vueltas nervioso. Rafa intentaba llamar por telefono pero era inutil. Los zombies estaban a tan solo una manzana cuando apareció el Citröen c4 de Isaac justo una calle por detrás de los zombies. Frenó en seco detrás de todo el regimiento de muertos. Los que iban más atrás se detubieron para prestar atención al coche pero el resto seguía avanzando sin dudarlo hacía nosotros. Atropellar a por lo menos 50 zombies que nos separaban era una autentica burrada lo mirasemos por donde lo mirasemos
. . .
Ya estaba llegando madita sea solo una calle más y recto hasta la rotonda. El frenazo tan brusco casi me hace salir disparado por la luna delantera del coche. No podía creerlo hay estaban lo menos 40 zombis, y al fondo los coches de Dani y Rafa, tan cerca y tan lejos. Algunos de los muertos se habían percatado de mi presencia y ya comenzaban a avanzar hacía mi. Dí marcha atrás, solo quedaba una opción. Aceleré y deshice mi camino buscando una calle paralela a la rotonda. No había practicamente un alma por la calle, sin embargo los zombies cada vez parecían mas. Por fín llegué a la calle que buscaba pero la cercanía al hospital era mucho mayor, cosa que confirmaba el enorme número de zombies en las calles. Pise bien a fondo para evitar que aquellos asquerosos seres se acercaran demasiado al coche. Aunque había que tener cuidado con los otros automoviles que ocupaban la calle. Abandonados voluntariamente por sus inquilinos, o lo que era peor, devorados dentro de los mismos.
Volví a girar en la siguiente manzana y allí estaba la rotonda. Pisé a fondo y llegué cuando los primeros zombies se aceraban ya a Dani y Rafa. Aún se aproximaban de forma puntual, el grueso del grupo aún no los había alcanzado. Atropellé a un par de ellos interponiendo mi coche entre los zombies y mis compañeros.



-¡Subir a los coches cagando leches nos vamos!- grité por la ventanilla mientras daba marcha atrás para quitar de debajo del coche al zombi que acababa de atropellar.
-¡Te voy a dar de ostias cuando te pille!- me amenazo Rafa apuntandome con el bate ensangrentado mientras corría hacía su coche.-
Aceleramos a fondo y salimos de allí direccion Moraleja, recorrimos a buen ritmo practicamente medio camino hasta llegar al puente que cruzaba la radial desde donde se podía observar varios centenares de metros a la redonda y nos apeamos de los coches. Tocaba planificar donde ir y que hacer.

-¿Qué está sucediendo?- preguntó Elena visiblemente nerviosa-
-No se pero no tiene buena pinta- Isaac se encidió un pitillo.-
-¿Esas personas eran zombis, o aún no estaban muertas?.- me puse en cunclillas y me aprete las sienes, me dolía la cabeza y me costaba concentrarme.-
-No sabría decirlo...- respondió Isaac que no dejaba de juguetear con el cigarrillo. Me estaba poniendo de los nervios.
-¿Dónde vamos a ir?- Marta también se sacó un cigarrillo mientras preguntaba.
-Volver a Móstoles es una locura.-respondió Dani. Se creo un silencio incomodo hasta que Isaac apagó el cigarro.

-Alcorcón esta más lejos aún y habria que cruzar Móstoles, asique no podemos ir allí por mucho que nos pese a Dani y a mi.-ellos vivían allí, Dios sabe como estarian las cosas en aquel lugar.- Elena - se volvió para mirarla - tu casa está enfrente del hospital, ya deben estar atrincherados y nos sería imposible llegar.- <<eso si queda alguien>> pense para mi.- Solo nos quedan dos opciones. - Isaac se volvió hacía mi. Moraleja o Arroyomolinos. - era casi una pregunta.
Suspire. Esto era una locura íbamos camino a Arroyomolinos. Al llegar a Moraleja donde ahora vivía la puerta estaba atrancada y nadie vino a abrirnos a pesar de los golpes y las llamadas al timbre. No quisé ponerme en lo peor, seguro que no me escuchaban, o tenian miedo de abrir por si era cualquier otra persona. Si, seguro sería eso. Ahora ibamos dirección Arroyomolinos. En Moraleja apenas habíamos visto gente por la calle. Parecía como si los hubiera tragado la tierra. Dios sabe cuantos de ellos ahora eran zombis, y estaban encerrados en sus casas... por el momento.
Ahora la idea era refugiarnos en el chalet dónde vivía antes de mudarme a Moraleja. Mi principal preocupación era la carencia de comida. Necesitabamos alimentos para vivir si queriamos refugiarnos allí. Yo junto con Marta me quedaría en casa preparando todo para atrincherarnos en la vivienda. Dani, Elena e Isaac se llevarian mi furgoneta e irian al supermercado. La caravana de coches en dirección a la radial impresionaba. Era muchísima la gente que huía de Arroyomolinos y las localidades vecinas. Aún no habíamos visto las noticias. Pero quizás hubiera algunos "puntos seguros" en otros sitios. Ni siquiera sabiamos si la catástrofe era a nivel nacional, local, regional, mundial...
Entramos en Arroyomolinos y había algo más de actividad que en Moraleja. La gente metía las maletas apresuradamente en el coche para lazarse a la carretera. Vimos varias casas con ventanas cegadas y puertas atrancadas. ¿Hasta donde había llegado el pánico?. Pero aún no había ni rastro de zombies, por el momento. Mas al pasar por al lado del polideportivo allí estaban. El ayuntamiento había querido asistir a los enfermos del más que abarrotado centro de salud en el pabellón principal del polideportivo. La catastrofe se había desatado horas después. Alguien había cerrado la puerta del pabellón para retenerlos.



Tras de ella se podían escuchar los golpes. Sin embargo nadie había caido en el hecho de que los que habían sido atacados fuera del recinto también estaban destinados a volver de forma grotesca a la vida. Salimos cagando leches de allí antes de que los zombis repararan en nosotros. No eran más de diez, pero que narices al fin y al cabo. Eran zombis. Llegamos a mi casa poco despues y nos bajamos de los coches.

Agarré firmemente de nuevo el bate de baseball y Dani portando su rama me siguió. La puerta que daba acceso a la rampa de mi garaje estaba abierta, como siempre. Entramos dentro de la rampa que comunicaba con el jardín de arriba. El acceso a la casa era doble o bien por el jardín o bien bajando hasta lo que sería la entrada del garaje. Que ahora estaba reformado y era un habitaculo más de la casa con cocina y aseo. No tenía pinta de que hubiera nadie allí. Pero por si acaso entramos cuidadosamente por el acceso del garaje. En un periquete estaban registrados las 4 plantas del chalet. Nos reunimos en el salón una vez terminado. Tocaba separarnos.

lunes, 4 de abril de 2011

Prólogo y Capítulo 1

PRÓLOGO

Miedo... dolor…y sangre. Mucha sangre.

Todo había empezado hace poco con aquella extraña niebla que cubría la comarca. Nunca había visto algo igual. Aproximadamente una semana después, muchos empezaron a caer terriblemente enfermos de un mal que nadie sabía diagnosticar. Pronto los hospitales quedaron abarrotados y muchos tuvieron que recibir asistencia en sus propios hogares. Eso si llegaban a recibirla. Y antes de que pasara un mes del nacimiento de la niebla se sucedieron las muertes; una tras otra...
Toda una desgracia, si. Ojala se hubiera quedado ahí la cosa...

Pocas horas después de morir, entre 6 y 12 horas pasada la defunción, estos cuerpos tomaban de nuevo el control de sí mismos para obedecer a un sólo impulso primario: Alimentarse. Pero no de cualquier cosa, sino de los que hasta hace unas horas eran sus familiares, amigos y congéneres; dándose así uno de los más tétricos episodios que el mundo recuerda desde sus orígenes. Y aún no sabemos cuándo va a concluir...

1

El hospital estaba lleno de gente. Yo creo que nunca lo había visto así. Todos estábamos obligados a hacernos un chequeo de rigor debido a la maldita niebla y la epidemia que estaba ocasionando, aunque los que no habían caido enfermos ya no era usual que luego estubieran contagiados. Habíamos quedado con Isaac, Dani y Elena, con pensamiento de ir luego a dar un paseo o tomarnos algo. Esperamos un buen rato a que nos dieran turno a los cinco y pasamos a una enorme sala de espera. Después de estar allí más de tres horas localizamos a Ana que trabajaba en el hospital de enfermera desde hacía más de cinco años y en un momento nos subió al primer piso para pasar el reconocimiento.
Los pasillos estaban abarrotados de enfermos y era obligatorio llevar mascarillas.
-Esperad aquí -dijo Ana mientras llamaba a la puerta que teniamos enfrente-. Sois los numeros del 624 al 629. Aguardar hasta que os llamen.
Nos quedamos los cinco allí charlando en voz baja. Iban aún por el numero 237; esto iba para largo. Fué entorno al numero 300 cuando se empezó a desatar la locura.
Primero fueron las carreras de los médicos por las escaleras, los tropiezos de algunas enfermeras con las camillas de los pasillos, etc... Bueno, ahora que lo pienso quizás todo empezara con aquellos gritos que provenían de los pisos de arriba. Pero lo cierto esque en aquel momento no le dimos importancia. Las carreras de médicos se sucedieron al menos durante media hora, y los gritos durante más. Luego vinieron las primeras personas bajando histericas las escaleras. Algunas venian con heridas de lo que supuse eran cortes en los brazos o en el cuello. No sabíamos que pasaba y la gente empezaba a ponerse nerviosa.
Diez o quince minutos después la histeria terminó de desatarse cuando un "¿cadaver?" <<no me iba a parar a comprobarlo>> bajo rodando las escaleras. Me levanté como un resorte y me percaté de que Elena e Isaac ya estaban de pie a mi lado. Sin dudarlo, los cinco nos hechamos a la carrera escaleras abajo...

Otra esquina más. Ya estábamos llegando. Jadeábamos como animales de tanto correr. La ciudad se había vuelto una puta locura. Según decían, el ejército venía de camino a cercar el hospital, pero todos los del grupo sabíamos que no iban a llegar a tiempo. Los habiamos visto. ¡Joder, los habiamos visto! Al pasar por la zona de urgencias; eran personas atacando con uñas y dientes a todo el que encontraban en su camino. Una maldita matanza. El coche estaba a poca distancia, pero todo era una masa de gente corriendo como locos en todas direcciones y eso que aún no habíamos visto ni un solo cadáver andante.
-¡Vamos, no podemos pararnos! ¡Ya estamos llegando! -Dani hacía gestos con la mano al resto mientras se lanzaba de nuevo calle arriba.
Nos lanzamos de nuevo a la carrera y llegamos hasta mi furgoneta.
-Vale, ¡rápido, arriba! -dije mientras desactivaba el cierre centralizado.
Marta, mi novia subió al instante en la parte delantera, pero el resto dudaron.
-Yo no quiero dejar mi coche aquí, tío... -dijo Isaac. -Lo mismo digo.-decidió Dani mientras sacaba las llaves del coche.
-Ok, nos reunimos entonces en la entrada al “camino de moraleja”, en la rotonda; pero venir cagando leches.
Dani y su novia Elena fueron a buscar su coche e Isaac hizo lo propio. Yo me subí en el asiento del conductor de la furgoneta y arranqué. Varias personas se abalanzaron sobre el coche para que las llevara. Estaban histéricas. Di marcha atrás y al mirar por el retrovisor los vi: decenas de ellos, pálidos como la mismísima muerte. Algunos tenían heridas en algunos lugares del cuerpo como si se hubieran caído o hubieran sido golpeados. No corrían, pero su velocidad no era precisamente lenta y pronto dieron alcance la multitud. Mi novia no dejaba de gritar.
-¡Marta!, por Dios, deja de gritar. Me vas a dejar sordo. Ahora estamos seguros. Salgamos de aquí.
-¡Los están matando cariño! ¡Matando! -me gritó hecha un amasijo de nervios sin apartar la mirada de lo que sucedía detrás del coche.
-¡Lo estoy viendo, joder, pero deja de gritar! ¡No vamos a solucionar nada así! -le increpé mientras metía primera.
Un golpe sonó justo en la parte trasera del coche. Uno de los “zombis” (por ponerle un nombre conocido a las personas con esta terrible enfermedad) había alcanzado el coche y estaba empezando a propinarle una serie de puñetazos bastante violentos. Aceleré y salí disparado de allí.
-Espero que no les haya pasado nada -murmuró Marta mordiéndose nerviosamente las uñas.
-Yo también espero que estén bien, sus coches estaban cerca -le respondí-. Hazme un favor, anda, coge el bate de baseball que hay en el suelo donde tu puerta y no te separes de él.
Marta asintió en silencio y sujetó el “arma” con ambas manos como si fuera un niño de pecho. Atravesamos rápidamente las calles que nos separaban del punto de reunión. Cada vez había menos gente por las calles. Pasamos por delante de la comisaría y vimos ventanas cegadas y puertas atrancadas, con los coches cruzados delante de las puertas. Aminoré la velocidad. Estaba seguro de que dentro de los coches habría objetos de valor frente a la hecatombe...
-¡Continúen su camino o abriremos fuego! -gritó una voz metálica que procedía de la comisaria- ¡Refúgiense en sus casas y esperen la llegada del ejercito!
Aceleré de nuevo. No me iba a jugar la vida por lo que pudiera encontrar en aquellos coches patrulla. El punto de reunión estaba ya a solo un par de manzanas.

. . .

Seguí corriendo calle arriba. Me volví lo justo para comprobar que Elena me seguía de cerca. Ya estábamos llegando al coche cuando doblaron la esquina. Eran decenas de ellos. Por lo menos treinta, persiguiendo al doble o más de personas que se empujaban por ir justo en la dirección contraria a la que llevábamos nosotros. El coche estaba allí, joder, a 10 metros escasos y los putos muertos aquellos poco más allá.
-¡Vamos, cariño! –le grité a Elena mientras la cogía del brazo y tiraba de ella.
En un momento nos plantamos delante del coche. Abrí la puerta del copiloto y mientras entraba mi novia miraba con ojos desorbitados hacia todos lados, -<<esto es una puta locura>> me repetía a mí mismo cuando mi novia gritó. Al darme la vuelta ahí estaban; dos zombies de esos directos a por mí.
Retrocedí instintivamente para dar con mi espalda en el coche. Los tenía casi encima cuando, en un momento de lucidez, se me ocurrió saltar por encima del coche. Abrí corriendo la puerta, encendi el contacto y salí de allí quemando asfalto y atropellando muertos de aquellos.
-¿Estás bien? –me preguntó Elena mientras me escrutaba con la mirada buscando posibles heridas.
-Tranquila, no me han rozado siquiera.
Acelerando a fondo pasé por delante de la comisaría. Los primeros zombies se acercaban allí y también algunos civiles que intentaban protegerse en un lugar seguro. A ambos los recibieron a balazos y tuve que dar un rodeo para evitar ser disparado por error. Bastante tenía ya con los muertos de los huevos como para tener también que esquivar balas.
Tenía el corazón en un puño hasta que llegamos a la rotonda. Allí estaban Rafa y Marta esperando junto al coche. Rafa sostenía el bate en las manos pendiente del final de la calle, donde ya se veían algunas personas o zombies caminando. Quizá fueran las dos cosas...
Era difícil saberlo desde aquella distancia...
No había rastro de Isaac.