lunes, 9 de enero de 2012

Capítulo 8

8

Bajamos las escaleras alarmados y preocupados, Joaquín no abrió la boca hasta que estuvimos al pie de la escalera y se llevó un dedo a los labios.

-Silencio, Izzy.-me susurró Joaquín.

Eso me hizo ponerme en lo peor. Detrás de mi todos captaron el mensaje y se mantuvieron en silencio. Cuando nos acercamos a la cristalera que daba al jardín trasero del chalet ahí estaban. Dos zombis deambulando de un lado a otro. Sin rumbo. Al parecer, debido a las cortinas, no podían vernos cuando dirigían la vista hacia nosotros.


-¿De dónde han salido?- preguntó Elena con voz queda.-

-Mira- le contesté señalando con un golpe de cabeza la valla que colindaba con el vecino tirada en el suelo.

-¿Qué hacemos?.- preguntó Isaac a nadie en concreto.

-Matarlos.-contestó Rafa.

-Espera.-no me parecía del todo una buena idea.- Esos bichos se ponen a gemir en cuanto nos ven y luego aparecen cientos de ellos. Mira la entrada principal.-

-Si pero no podemos dejarlos ahí… son una amenaza en potencia Izzy.- contesto Rafa señalándolos.

-¿Y qué quieres que tengamos las dos entradas saturadas de zombis?.- pregunté

-Vayamos arriba. -dijo Joaquín- Izzy, Rafa; aquí no se puede hablar con tranquilidad. Ahora veremos qué hacemos con ellos.-

En sepulcral silencio volvimos a subir al salón. Los ánimos del grupo estaban por los suelos, nos sentíamos atrapados. No podíamos salir al jardín de atrás por nuestra nueva visita doble. Y para salir al porche de la parte delantera había que tener la sangre fría de ver como decenas de manos sobresalían por encima de la valla empujando inexorablemente concienciados en llegar hasta su
objetivo. Nosotros.

Por otro lado ya no quedaba nada que hacer en la casa, era todo lo segura que podía ser. Teníamos toda la comida que habíamos podido abarcar. Sobrevivir se había convertido en tan solo dos días en algo tan rutinario como encender el fuego y mantenerlo, cocinar, alimentarse y dormir. Y para una vez que salimos de la rutina casi perdemos a Marta.

Estábamos ya todos sentados en los sofás o las sillas del salón alrededor del fuego. Rafa había subido a buscar a Marta, queríamos que todos estuvieran presentes. Cuando bajaron el semblante de Marta reflejaba que ya había sido puesta al corriente de la situación. Me había ocupado junto con Dani de sacar algunas latas en conserva y algunos platos para almorzar algo. Hasta que no tuve la comida delante no caí en que no recordaba cuando fue la última vez que había probado bocado. Joaquín tomó la palabra.

-Estamos aquí reunidos hermanos…-

-Déjate de coñas colega- replicó Isaac soltándole una colleja.- ¿Ideas sobre que vamos a hacer?.

-Bien, bien ya paro. Solo quería quitarle hierro al asunto. Tenemos dos opciones, o dejarles estar sin más. O bajar y matarlos.-

- Si les matamos podemos provocar que vengan más. – volví a recordarles.

-No me apetece dormir pensando que pueden entrar en cualquier momento. Una cosa es los de la parte delantera que tienen que atravesar dos puertas para llegar hasta nosotros pero esos están ahí…- contesto Elena.

-Para llegar a nosotros tendrían que tirar la reja de hierro que separa la puerta corredera del jardín.- volví a sacarme un cigarrillo y me lo lleve a los labios.

-Se pueden matar sin que nos vean.- todos nos giramos hacia Marta que había tomado la palabra.

-¿Cómo?-le preguntó Rafa extrañado.

-Tú mismo me has enseñado a los dos zombis desde la ventana y no han levantado la vista en ningún momento. – comenzó a explicarse – Solamente habría que encontrar objetos lo suficientemente contundentes como para acabar con ellos y arrojárselos desde arriba.

- No va a ser fácil darles desde tan arriba. – Joaquín se había sacado un cigarro también.

- Es nuestra mejor baza. – repliqué habrá que intentarlo. – cuanto más grande sea el objeto más fácil será darles. –

- A buscar todo el mundo.- dijo Rafa levantándose.

Después de media hora de búsqueda infructuosa se nos había ocurrido la idea de pensar en algo más grande que todo lo que habíamos encontrado como posible proyectil. Asique habíamos subido la mesa de la cocina hasta la habitación en la que había estado Marta antes, donde Rafa le había mostrado a los zombis. Abajo estaban Isaac, Rafa, Elena y Marta, esperando dentro de la salita de abajo, listos para rematar la faena. Yo con Joaquín y Dani estábamos preparados para ejecutar el plan.

-¿Estáis todos listos? – pregunté a los demás.

-Cuando quieras Izzy, ellos ya estarán abajo. – contestó Dani.

Cogí una de las macetas que habíamos subido y la lancé por la ventana mientras Dani y Joaquín aupaban la mesa acercándola al marco de la ventana que habíamos desprovisto de cristales antes. La maceta resonó con estrepito al partirse y ambos zombis empezaron a avanzar curiosos hacia el origen del ruido. Indiqué a ambos que acercaran más la mesa. Ya casi estaban debajo.

-A la de tres chavales.-

-Una-

-Dos-

-¡Tres!-

Dejamos caer la mesa por la ventana y nos asomamos para ver como impactaba contra los dos zombis. Justo cuando toco el suelo salieron Isaac y Rafa armados con las barras de hierro y remataron a ambos zombis que habían quedado parcialmente sepultados por el tablero de la mesa.


En menos de un minuto estaba todo listo. El estrepito que se había montado había sido notable pero al menos no habían llegado a emitir sondo alguno ninguno de los dos zombis. Rafa nos hizo una señal con la mano de que todo había salido bien y volvieron al interior del chalet. Nosotros volvimos a colocar las ventanas en su marco y bajamos al salón. Solo quedaba cenar algo y dormir.

Un día más o un día menos, según como lo quisiéramos ver.

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